Estados Unidos anunció ayer que dejará de financiar a la Unesco después de que este organismo dependiente de la ONU aprobase el ingreso de Palestina. La Administración norteamericana ya había anunciado en los años noventa que dejaría de financiar a cualquier organismo internacional que admita a Palestina como miembro de pleno derecho.
«Debíamos entregar 60 millones de dólares a la Unesco en noviembre, pero ya no lo haremos», anunció una portavoz de la secretaría de Estado. La Unesco se arriesga así a a perder al menos el 22 por ciento de su financiación —aportación anual de EE.UU a la organización.
Y es que el reconocimiento de Palestina como un Estado más de la comunidad internacional dio ayer un importante paso —aunque simbólico— con la aprobación de su ingreso en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura como miembro de pleno derecho. Un total de 107 países, incluidos España y Francia, votaron a favor en la reunión celebrada en París, sede de la Unesco, mientras que 52 se abstuvieron y 14 se opusieron, entre ellos EE.UU. e Israel. La UE, una vez más, acudió dividida. La Casa Blanca calificó el paso de «prematuro» y «contraproducente» por entorpecer las negociaciones de paz.
Se trata de la primera agencia de las Naciones Unidas que reconoce a Palestina como miembro de pleno derecho. A esta agencia pueden seguir otras, si bien el reconocimiento real de Palestina como Estado depende del voto el próximo día 11 de noviembre en el Consejo de Seguridad. El veto anunciado por EE.UU. puede acabar llevando la cuestión ante la Asamblea General, donde bastaría con una mayoría de dos tercios, como ha ocurrido en la Unesco.
Tanto EE.UU. como Israel son partidarios de un Estado palestino, pero advierten de que debe ser el resultado de negociaciones directas entre la Autoridad Nacional Palestina y el Gobierno israelí. «La votación para el acceso palestino a la Unesco no es un sustituto de las negociaciones directas, y además es profundamente dañina» para esa organización, afirmó Susan Rice, embajadora estadounidense ante la ONU.
Por su parte, el Ministerio de Exteriores israelí emitió un comunicado en el que calificó el voto de «maniobra unilateral palestina que no supondrá ningún cambio real y además entorpece la posibilidad de un acuerdo de paz». «El paso palestino en la Unesco, como el que pueda haber en otras agencias de la ONU, equivale al rechazo a los esfuerzos de la comunidad internacional para avanzar en el proceso de paz», añadía Jerusalén.
El ministro de Exteriores palestino, Riyad al Malki, en su intervención ante el plenario de la Unesco, aseguró que la adhesión de Palestina «borra una pequeña parte de la injusticia hecha al pueblo palestino». A los aplausos a Al Malki siguió después una ovación cuando la moción fue aprobada. Algunos de los asistentes vitorearon a Francia cuando este país anunció su voto afirmativo, que fue la principal sorpresa de la sesión. Dada la división de la Unión Europea en el voto (Alemania se opuso; el Reino Unido se abstuvo), España optó por sumarse al reconocimiento de Palestina.
Ya durante la presidencia de Ronald Reagan, Washington dejó de contribuir a la Unesco por estimar que llevaba a cabo políticas «antiamericanas». En 2002, George Bush corrigió la situación y EE.UU. volvió a contribuir a las arcas del organismo.
Aunque el caso ya se diera en el pasado, no por ello la retirada de EE.UU. como miembro cotizante es indiferente para la organización. Según su directora general, Irina Bokova, «habrá que recortar programas, reajustar el equilibrio de nuestro presupuesto». «Pero no es solo un problema financiero, también es un problema que afecta a la universalidad de nuestra organización», añadió Bokova.
El pasado 23 de septiembre, en el marco de la Asamblea General de la ONU, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, presentó la solicitud formal para elevar el actual estatus palestino de «misión» observadora permanente al de Estado de pleno derecho. Aunque la iniciativa sea rechazada en ese foro, los palestinos podrían llevarla ante la Asamblea General, donde probablemente tendrían el apoyo suficiente. Otra opción para no romper del todo los lazos con EE.UU. sería no alcanzar de momento el estatus de Estado miembro de pleno derecho, sino el de Estado observador permanente. Eso abriría a los palestinos las puertas para su completo ingreso en otras agencias de la ONU, aunque con ello igualmente crearía serios problemas a Israel. Por ejemplo, con su adhesión a la Organización Internacional de la Aviación Civil, a la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar Tratado y a la Corte Penal Internacional. Esto supondría que la Autoridad Palestina tendría derecho a controlar su espacio aéreo y sus aguas territoriales, llevando a arbitraje internacional el actual control por parte de Israel. El acceso a la Corte Penal Internacional, además, permitiría a los palestinos denunciar crímenes de guerra en los territorios ocupados.
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